Creía yo que la entrada más difícil que había escrito era
la de Peque, ¡qué ilusa! Como dice el refrán, “otro vendrá que bueno
te hará”.
Desde que escribí y se publicó esa entrada, tengo ideas o
desarrollo ideas que ya tenía, pero no acabo de encontrar el modo o la manera de
desarrollarlas y, la verdad, tampoco creo que tenga tantos seguidores como para
hacer una encuesta sobre el tema a tratar (que sepáis que soy muy de encuestas,
hice una hasta para ponerle el nombre a mi hija…; para él no me hizo falta, lo
decidió la hermana, jajaja, que si no…).
Bueno, el caso es que, con varios frentes abiertos, me
doy cuenta de que todos mis escritos salen del sentimiento, de que escribo sobre
lo que me provoca “mi vicio” (uno de tantos, hay que reconocerlo).
Escribo de los equipos que me gustan, de personas a las que les tengo cariño, de
otras que me dan un poco de envidia, sana por supuesto, por ser como son… Claro
que, con mis conocimientos técnicos, no me puedo poner a contaros resultados,
jugadas, mejores acciones en un partido,…; además, y por suerte, últimamente hay
páginas y cuentas de Twitter que lo hacen muy bien y nos mantienen
informados de todo al minuto.
Así que, en el fondo, yo creo que se trata de eso, ¿no os
parece? Se trata de sentimientos.
Yo no voy a un partido a juzgar si la rotación de balón
es la adecuada, si el porcentaje de triples es malo o bueno, o si hay que meter
los tiros libres, ¡por favor! Y que conste que sí lo hago a veces, lo comento
con los que tengo confianza o, en momentos de “calentón”, incluso por redes
sociales y, sobre todo, lo digo cuando salgo de un partido que se ha perdido por
no haber luchado más, es decir, no por haber perdido, sino por cómo se ha
perdido.
Y ahora, sí que voy a hablar de sentimientos, de los que
tengo cuando voy a un partido de mis chicas del CAU, al que este año,
perdón, esta temporada, estoy consiguiendo ir a ver bastante a menudo, aunque no
siempre completos (y no quiero que estas chicas piensen que me voy antes por
sentirme decepcionada, ¡eso nunca!), sino más bien por la hora a la que juegan,
por alguna corrientilla que se nota allí, por la tentación de tomar el vermut, …
(¡hay tantos vicios!). Como iba diciendo, al igual que cuando leo un libro no me
planteo si los signos de puntuación son los adecuados o cuando veo una película
no me planteo si el plano es correcto o no, cuando voy a verlas, no pretendo ver
sólo una victoria, es decir, no voy sólo a verlas ganar; cuando voy a verlas, sé
que voy a sufrir, sé que voy a alegrarme cuando entra ese triple limpiamente, sé
que voy a tensarme cuando veo que se falla estando solas bajo canasta; sé que
voy a morderme las uñas cuando el balón gira y gira por el aro sin decidirse a
entrar o salir… No os voy a decir que sienta hasta el cansancio cuando el
partido se convierte en un correcalles porque, sentada en la grada, como mucho,
hago ejercicio de cuello y sería pasarme un poco. Y que conste que me encantaría
que llegara esa victoria. No sé si seré rara o no, lo que sí sé es que voy a
verlas porque ellas despiertan ese sentimiento en mí, el del apoyo
incondicional. Así que os seguiré hablando alguna que otra vez de estas chicas
del CAU. No sé que sentimientos tendrán ellas ahora mismo, no sé como
llevarán que no les estén acompañando los resultados, que los titulares que les
dedican últimamente sean del tipo “nuevo varapalo”, “más de lo mismo”, “año
nuevo, mismas miserias”, o que les digan que “no son de esta liga”.
No niego que los resultados no están llegando, que no están ganando, que
empiezan el año como acabaron el anterior, pero yo seguiré animándolas porque
creo que se lo merecen, porque creo que no tiene que ser fácil ir a entrenar
durante la semana cuando parece que no se nota luego en la pista; no debe ser
fácil salir a jugar con la sensación de que todo el mundo cuenta con que perdáis
porque es lo que lleváis haciendo toda la temporada.
Eso sí, tengo una pequeña queja que daros. Lo que sentí
en el último partido, hace un par de días, fue ver un poco de derrotismo, de
desilusión (pero vuestra, como que no os lo creéis), no sé como explicarlo bien,
pero me transmitisteis un poco de “desgana”. Y eso no chicas, no salen
las cosas, las canastas no entran, vale, pero me pareció (desde mi gran
desconocimiento técnico, lo recalco una vez más) que no luchabais, que no
corríais…. Rendirse es una opción, por supuesto, claro que se puede, anda que no
lo habré hecho yo veces (que es más fácil hablar que practicar con el ejemplo),
pero no os sintáis decepcionadas, aburridas, ni escuchéis sólo lo negativo. ¡Hay
que seguir peleando, luchando y disfrutando!
Yo, por mi parte, intentaré seguir escribiéndoos de lo
que siento, de lo que me emociona, o no, de nuestro baloncesto femenino, de
jugadoras que me encantan y de cosas curiosas que me hacen sentir añoranza de
mis tiempos mozos…
Me despido ya, no sin antes gritar un: ¡Vamos CAU!
¡Hasta el final!
Porque, ¡Ellas también
juegan!
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#delyadela
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#seccionbasket
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