martes, 15 de mayo de 2018

Gracias, chavales.


Si nos centramos en eso de que los “equipos” están formados por personas, nos damos cuenta de que, gracias a Dios, estamos rodeados de grandes personas más a menudo de lo que pensamos, usando este “menudo” en referencia a los niños que forman esos equipos y, en concreto, a los que forman los equipos que este pasado fin de semana jugaron en Pola de Laviana la F-4 del Campeonato de Asturias Infantil Masculino de baloncesto.

Mucho hemos hablado esta temporada de los incidentes en las gradas, de los insultos a los árbitros, a las aficiones rivales e incluso a los propios jugadores que, en algunas categorías, son un blanco muy fácil para los que van a “disfrutar” del deporte en general. Pero sería injusto no hablar también del compañerismo, la generosidad, la tolerancia, la amistad, la confianza, la lucha, el valor,… que también vemos semana tras semana en las canchas.

Lo más bonito de esta espectacular visión es que esa es una lección que nos dan ellos, los protagonistas de esta historia, los niños, los jóvenes, los jugadores. Y yo, este pasado fin de semana, he tenido la gran suerte de ser espectadora de muchos de esos momentos. ¡Qué grandes son nuestros pequeños!

Sabéis que en una competición como la de este fin de semana, con cuatro equipos punteros jugándose el Campeonato de Asturias, la rivalidad es máxima, habiendo además dos equipos de la misma ciudad (Gijón), uno de Avilés y otro, el cuarto en discordia, de Laviana, un pueblín, como muchos lo llaman, que no se coló en la final, sino que se ganó su derecho a estar en primera línea después de una gran temporada. Y no digo esto por que mi hijo juegue en ese equipo, no, lo digo porque es la verdad más verdadera que puedo decir sobre ello. Pero, a pesar de que este artículo nació con la idea de dejar claro este hecho, que CB Laviana no se coló en la F-4, sino que se ganó el derecho a estar en ella con sudor y alguna que otra lágrima, finalmente he decidido que este no va a ser el tema. Y voy a contaros porqué.

Como os digo, hay veces, muchas, que son los críos los que nos dan lecciones de vida, lecciones de generosidad y amistad que ojalá los mayores supiéramos guardar y no olvidar… Hubo el domingo, día de la final, muchos momentos que me encogieron el corazón, pero los que hicieron que mi mirada se empañara fueron, sin duda, tres de ellos.

El primero, precioso y emotivo, ver a mis chicos, a mis infantiles del CB Laviana felicitar por la victoria a los jugadores del Sanfer, equipo rival que luchaba con ellos por obtener la tercera plaza de este campeonato. Abrazos, palabras de ánimo, entrenadores chocando sus manos en un sincero gesto de felicitación… Y ellos, los jugadores, celebrando cada uno a su modo esa victoria. Los chicos de Avilés locos de contentos por haber conseguido ganar el tercer puesto en ese partido y los de Laviana en el centro de la cancha, justo sobre el escudo del Concejo, con sus brazos en alto, formando la última piña de la temporada, de una magnífica temporada. Unión, lealtad, amistad. Tremendo.
 
El segundo… Puf, el segundo siempre me encoge el corazón. Antes de acabar el tercer cuarto de la final, el quipo que perdía, en este caso el Real Grupo de Cultura Covadonga, ya sabía que las posibilidades de una victoria sobre Gijón Basket 2015 se alejaban…  Y fue absolutamente enternecedor ver cómo muchos de ellos ya dejaban caer alguna lágrima de desilusión, cómo escondían el rostro entre las manos y cómo sus caras reflejaban esa pena que siente el segundo en todas las finales.  Daban ganas de correr a abrazarles y decirles que llegar ahí, que estar en ese pabellón ese día, a esa hora, era ya un triunfo, aunque estoy segura de que muchos de ellos no pensaban eso en ese momento. Espero que ahora, pasados un par de días desde entonces, sepan que esto es así, que el domingo teníamos en casa a cuatro vencedores.

El tercero fue uno de los mejores momentos del fin de semana. Los amantes de este deporte de la canasta siempre decimos que en baloncesto siguen primando esos valores que no vemos en casi ningún otro deporte. Sea por lo que sea, por tradición, por tratarse de un deporte en equipo o porque nuestros entrenadores ya vienen con la lección aprendida de muchos años atrás, hay un espíritu de generosidad, de competencia limpia y de amistad que suele ir más allá de un simple escudo. Es cierto que durante el partido te enfrentas a un rival, lo das todo, te dejas todo, porque tampoco nos vamos a engañar, cuando saltamos a la cancha queremos ganar. Siempre. Pero después, cuando suena la bocina y se acaban los cuarenta minutos, hay muchas cosas que valen más que los puntos. Bueno, pues este momento, este tercer momento fue, para mí, digno de mención. Uno a uno, los componentes del equipo ganador, Gijón Basket, después de haber celebrado su victoria y antes de recoger el trofeo, subieron hasta la grada donde estaba sentado el entrenador del tercer clasificado, a darle un abrazo y felicitarlo también por su participación en esta final. No os digo cómo estaba el pobre, emocionado es poco, y yo hecha un flan de verlo… Fue precioso presenciar esa muestra de cariño, emotivo y precioso… Ese es el trofeo que vale más que nada, ese y ningún otro es el premio que se llevan nuestros hijos: saber compartir, saber agradecer, saber valorar, ser generosos en la victoria. Espectacular, de verdad.

Cierro esta pequeña crónica de la F-4 del Campeonato de Asturias Infantil Masculino con un agradecimiento. A lo largo de estos más o menos nueve meses que dura la competición, he tenido la suerte de conocer a mucha gente pero, sobre todo, he tenido la suerte de encontrar a jugadores de esta categoría que son un tesoro.  Ayer, cotilleando por las redes del club, a las que dedico mucho tiempo como muchos sabéis, me encontré con la muestra de agradecimiento más noble y cariñosa de toda la temporada. Era muy sencilla, unas breves líneas que un jugador de nuestro equipo dedicaba a sus compañeros y a los que cada día trabajamos para que este club de un pueblín de la Cuenca siga creciendo y haciéndose un hueco entre los mejores de Asturias. Decía así:

Más que un equipo, una familia. Bueno, chavales, esto se terminó. Una temporada genial y llena de emociones de todo tipo pero de todas, tanto de las buenas como de las malas, salimos juntos. Para mí, sois todos unos grandes y creo que el cuarto puesto obtenido ha sido más que merecido. Gracias también a la directiva del club y a los entrenadores que habéis hecho todo esto posible. Gracias chavales, os quiero. #SiempreCBLaviana”.

Poco más que añadir…

Gracias a todos los equipos participantes en este campeonato, no sólo a los que llegaron a la final, sino a todos los demás. Gracias a la Federación de Baloncesto del Principado de Asturias por su ayuda y su cordialidad. Gracias a los patrocinadores, organizadores, ayuntamientos, patronatos deportivos, concejalías de deportes. Gracias a los padres, a las familias, a la afición. Gracias a los entrenadores, jugadores y a todos los que consiguen llegar al final de cada temporada con una sonrisa de satisfacción en sus labios.

Gracias por otra temporada inolvidable.

Isa P.

 

 

 

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