Si nos centramos en eso de que los “equipos” están formados por personas, nos damos cuenta de que,
gracias a Dios, estamos rodeados de grandes personas más a menudo de lo que
pensamos, usando este “menudo” en
referencia a los niños que forman esos equipos y, en concreto, a los que forman
los equipos que este pasado fin de semana jugaron en Pola de Laviana la F-4 del Campeonato de Asturias Infantil Masculino de baloncesto.
Mucho hemos hablado esta temporada de los incidentes en las
gradas, de los insultos a los árbitros, a las aficiones rivales e incluso a los
propios jugadores que, en algunas categorías, son un blanco muy fácil para los que
van a “disfrutar” del deporte en
general. Pero sería injusto no hablar también del compañerismo, la generosidad,
la tolerancia, la amistad, la confianza, la lucha, el valor,… que también vemos
semana tras semana en las canchas.
Lo más bonito de esta espectacular visión es que esa es una
lección que nos dan ellos, los protagonistas de esta historia, los niños, los jóvenes,
los jugadores. Y yo, este pasado fin de semana, he tenido la gran suerte de ser
espectadora de muchos de esos momentos. ¡Qué grandes son nuestros pequeños!
Sabéis que en una competición como la de este fin de semana,
con cuatro equipos punteros jugándose el Campeonato
de Asturias, la rivalidad es máxima, habiendo además dos equipos de la
misma ciudad (Gijón), uno de Avilés y otro, el cuarto en discordia, de Laviana,
un pueblín, como muchos lo llaman,
que no se coló en la final, sino que se ganó su derecho a estar en primera
línea después de una gran temporada. Y no digo esto por que mi hijo juegue en
ese equipo, no, lo digo porque es la verdad más verdadera que puedo decir
sobre ello. Pero, a pesar de que este artículo nació con la idea de dejar claro
este hecho, que CB Laviana no se coló
en la F-4, sino que se ganó el derecho a
estar en ella con sudor y alguna que otra lágrima, finalmente he decidido que
este no va a ser el tema. Y voy a contaros porqué.
Como os digo, hay veces, muchas, que son los críos los que
nos dan lecciones de vida, lecciones de generosidad y amistad que ojalá los
mayores supiéramos guardar y no olvidar… Hubo el domingo, día de la final, muchos
momentos que me encogieron el corazón, pero los que hicieron que mi mirada se
empañara fueron, sin duda, tres de ellos.
El primero, precioso y emotivo, ver a mis chicos, a mis
infantiles del CB Laviana felicitar por
la victoria a los jugadores del Sanfer,
equipo rival que luchaba con ellos por obtener la tercera plaza de este
campeonato. Abrazos, palabras de ánimo, entrenadores chocando sus manos en un sincero
gesto de felicitación… Y ellos, los jugadores, celebrando cada uno a su modo
esa victoria. Los chicos de Avilés locos de contentos por haber conseguido ganar
el tercer puesto en ese partido y los de Laviana en el centro de la cancha,
justo sobre el escudo del Concejo, con sus brazos en alto, formando la última
piña de la temporada, de una magnífica temporada. Unión, lealtad, amistad.
Tremendo.
El segundo… Puf, el segundo siempre me encoge el corazón. Antes
de acabar el tercer cuarto de la final, el quipo que perdía, en este caso el Real Grupo de Cultura Covadonga, ya
sabía que las posibilidades de una victoria sobre Gijón Basket 2015 se alejaban… Y fue absolutamente enternecedor ver cómo muchos
de ellos ya dejaban caer alguna lágrima de desilusión, cómo escondían el rostro
entre las manos y cómo sus caras reflejaban esa pena que siente el segundo en
todas las finales. Daban ganas de correr
a abrazarles y decirles que llegar ahí, que estar en ese pabellón ese día, a
esa hora, era ya un triunfo, aunque estoy segura de que muchos de ellos no pensaban
eso en ese momento. Espero que ahora, pasados un par de días desde entonces,
sepan que esto es así, que el domingo teníamos en casa a cuatro vencedores.
El tercero fue uno de los mejores momentos del fin de
semana. Los amantes de este deporte de la canasta siempre decimos que en
baloncesto siguen primando esos valores que no vemos en casi ningún otro
deporte. Sea por lo que sea, por tradición, por tratarse de un deporte en
equipo o porque nuestros entrenadores ya vienen con la lección aprendida de muchos
años atrás, hay un espíritu de generosidad, de competencia limpia y de amistad
que suele ir más allá de un simple escudo. Es cierto que durante el partido te
enfrentas a un rival, lo das todo, te dejas todo, porque tampoco nos vamos a
engañar, cuando saltamos a la cancha queremos ganar. Siempre. Pero después,
cuando suena la bocina y se acaban los cuarenta minutos, hay muchas cosas que
valen más que los puntos. Bueno, pues este momento, este tercer momento fue,
para mí, digno de mención. Uno a uno, los componentes del equipo ganador, Gijón Basket, después de haber celebrado
su victoria y antes de recoger el trofeo, subieron hasta la grada donde estaba
sentado el entrenador del tercer clasificado, a darle un abrazo y felicitarlo
también por su participación en esta final. No os digo cómo estaba el pobre,
emocionado es poco, y yo hecha un flan de verlo… Fue precioso presenciar esa muestra
de cariño, emotivo y precioso… Ese es el trofeo que vale más que nada, ese y ningún
otro es el premio que se llevan nuestros hijos: saber compartir, saber
agradecer, saber valorar, ser generosos en la victoria. Espectacular, de
verdad.
Cierro esta pequeña crónica de la F-4 del Campeonato de Asturias
Infantil Masculino con un agradecimiento. A lo largo de estos más o menos
nueve meses que dura la competición, he tenido la suerte de conocer a mucha
gente pero, sobre todo, he tenido la suerte de encontrar a jugadores de esta
categoría que son un tesoro. Ayer,
cotilleando por las redes del club, a las que dedico mucho tiempo como muchos
sabéis, me encontré con la muestra de agradecimiento más noble y cariñosa de
toda la temporada. Era muy sencilla, unas breves líneas que un jugador de
nuestro equipo dedicaba a sus compañeros y a los que cada día trabajamos para
que este club de un pueblín de la
Cuenca siga creciendo y haciéndose un hueco entre los mejores de Asturias. Decía
así:
“Más que un equipo, una familia. Bueno, chavales, esto se terminó. Una temporada
genial y llena de emociones de todo tipo pero de todas, tanto de las buenas
como de las malas, salimos juntos. Para mí, sois todos unos grandes y creo que
el cuarto puesto obtenido ha sido más que merecido. Gracias también a la
directiva del club y a los entrenadores que habéis hecho todo esto posible. Gracias
chavales, os quiero. #SiempreCBLaviana”.
Poco más que añadir…
Gracias a todos los equipos
participantes en este campeonato, no sólo a los que llegaron a la final, sino a
todos los demás. Gracias a la Federación
de Baloncesto del Principado de Asturias por su ayuda y su cordialidad. Gracias
a los patrocinadores, organizadores, ayuntamientos, patronatos deportivos,
concejalías de deportes. Gracias a los padres, a las familias, a la afición. Gracias
a los entrenadores, jugadores y a todos los que consiguen llegar al final de
cada temporada con una sonrisa de satisfacción en sus labios.
Gracias por otra temporada
inolvidable.
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