jueves, 2 de febrero de 2017

Ellas también juegan, con DelyAdela y Neus Verdú Carbo.


Ellas también juegan,
con
DelyAdela.
y
Neus Verdú Carbo.

Desde el momento en que decidí colaborar en este blog, tuve claro que tenía que hablar con Neus. Ella fue jugadora de baloncesto, es madre de jugadoras, entrenadora… ¿Quién mejor que ella para hablar de baloncesto en femenino, para mostrarnos todos los puntos de vista posibles? Ella es parte del baloncesto femenino.

No la conocía personalmente, pero me parecía realmente interesante conseguir un rato de charla con ella, sabía que merecía la pena intentarlo, así que me puse manos a la obra.

La verdad es que, en esta ocasión, jugaba “con ventaja”. Una compañera de departamento (un día de estos os hablaré de la relación de mi departamento con el baloncesto, que algo hay) es amiga suya y me hizo el favor de entregarle una nota de mi parte. Tengo que decir que, aunque estaba segura de que me contestaría, no me hizo esperar mucho y,  por suerte, también pareció gustarle la idea. ¡Miles y millones de gracias, Neus!
 
Bueno, pues coincidiendo con uno de los pocos ratos libres que tiene y que suele dedicar a leer, correr, hacer yoga,…, nos vimos. Allí estaba yo con la información que había ido recopilando por ahí (no se puede decir que haya investigado previamente,  más bien me dediqué a cotillear un poco sobre su vida), con una retahíla de preguntas preparadas para hacerle y, sinceramente, con un poco de vergüenza (según iba hacia allí me iba diciendo a mí misma “¡en qué líos te metes!”).


Fue un rato de lo más agradable. Y aunque hice las preguntas que tenía pensado hacerle, ese rato fue más una charla entre dos personas que comparten algunas aficiones, que una entrevista como tal.  Eso sí, creo que Neus se merece que un periodista DE VERDAD, que alguien que sepa lo que se hace, le haga una entrevista auténtica, una como tiene que ser (yo lo dejo caer, por si acaso hay algún candidato por ahí…).

Así que nos sentamos y estuvimos hablando de su niñez y de cómo dio con esto del baloncesto. En contra de lo que yo pensaba, no eran muy deportistas en su casa, no solían dedicar tiempo al deporte. Pero ella sintió la necesidad de moverse, de hacer algo además de ser una buena estudiante. Cuando necesitó moverse probó de todo, o casi de todo, casi siempre empujada por alguna prima, amiga o alguien conocido que practicaba el deporte en cuestión. Probó en cosas como el atletismo o la gimnasia deportiva, que le llegó a gustar bastante pero que, tras presenciar una caída, decidió dejarlo. Probó también con la gimnasia rítmica, aunque, según ella, no tenía la suficiente gracia para dedicarse a ello, ya que le faltaba ritmo; en judo llegó a ser la única niña del club hasta que decidió dejarlo…

Y, de pronto, se encontró con el baloncesto, con el que tuvo un auténtico flechazo. Tuvo la suerte de encontrarse con uno de esos entrenadores que son auténticos maestros y que consiguió engancharla totalmente.  Jugó varias temporadas mientras estudiaba, incluido el primer ciclo de Psicología, ya que podía hacerlo a distancia, aunque llegado el momento de tener que trasladarse desde Girona a Barcelona para continuar con sus estudios universitarios, decidió dejar de jugar. Ese verano, estando ya de vacaciones y habiendo tomado ya la firme decisión de dedicarse por entero a sus estudios, recibió una llamada de la Universidad de Oviedo. ¡Casi se lo tomaron como una broma! De hecho, me pareció entender que a su madre así se lo pareció.

El caso es que al volver de esas vacaciones, se puso en contacto  con el entrenador del equipo de la Universidad. Y, como su prioridad eran los estudios y esta oferta le permitía jugar y estudiar (incluía una beca), se decidió por ella. Aquí, en Oviedo, acabó la carera y jugó en el equipo universitario durante varios años, cinco si no me equivoco, algunos de los cuales fueron en la primera categoría de la liga por aquel entonces. 

Al terminar la carrera, continuó jugando en Pola de Lena, pero también formó parte de otros equipos, como el Vetusta de Oviedo. Su  primera hija nació en 2001, pero es no hizo que dejara de jugar.  Incluso, cuando se fue a Méjico detrás de su marido, que se tuvo que trasladar por motivos profesionales, también jugó. De esa época tiene buenos recuerdos: allí nació su segunda hija (la tercera nacería a su vuelta a España unos años después). Y al volver a Oviedo aún jugó un tiempo más en equipos como el Art-chivo o el OCB. Y así estuvo hasta que, simplemente, le apeteció probar otras cosas. Dice Neus que está muy conforme con lo que consiguió como jugadora; afirma que no le importa no haber sido jugadora de la Selección Española (aunque tras haber jugado el Campeonato de España con el GEIG, su club de Girona, sí la preseleccionaron junto a dos de sus compañeras).

 

La vida deportiva de Neus también gira en torno a su maternidad. De sus tres hijas, dos de ellas juegana baloncesto por propia afición, por gusto, mientras que la mayor lo hace porque en casa le dicen que es conveniente practicar un deporte y es casi lo que tiene más a mano. Ella va a verlas a sus partidos, incluso es la entrenadora de la pequeña. Yo, madre un poco “exaltada”, le pregunté si sufría más como madre que como jugadora, pero ella parece muy tranquila y dice no sufrir, que tiene un sentimiento diferente. Los partidos no los suele comentar con sus hijas a no ser que ellas le pregunten. En casa se habla de baloncesto, es casi inevitable siendo jugadoras, entrenadora y entrenador-coordinador el padre, pero no sienten la necesidad de estar veinticuatro horas al día respirando baloncesto. No tiene especial interés en que sus hijas destaquen, ni que sean jugadoras profesionales. De hecho, reconoce que no le gustaría demasiado que le dijese alguna de ellas que lo deja todo (cuando digo todo, me refiero principalmente al tema de estudios) por jugar, aunque afirma que no lo ve muy probable.

Y, por supuesto, también hablamos de Neus, la entrenadora, vocación que le nació en Girona durante su juventud. Me contó que su padre consideraba adecuado que, tanto ella como sus hermanos, trabajasen una vez llegados a una edad. Él trabajaba en Seguros y a ella no le apetecía demasiado ese mundo, así que hizo el curso de entrenadora para poder ir a campamentos de verano que duraban dos semanas y le permitían “escaparse” del trabajo que le proponía su padre.  Dice que prefiere los equipos base, mejor que los mayores, ya que es a estas edades cuándo se establecen los cimientos y se aprende la técnica, cuando se puede trabajar fomentando el respeto por árbitros, rivales y compañeros. Entrena a equipos femeninos por inercia, porque cuando participaba en esos campus veraniegos solía estar con las niñas y además tiene hijas. Y, además, quiere fomentar el baloncesto femenino.

Durante ese rato que compartimos, no sólo hablamos de baloncesto, también tuvimos tiempo de hablar de su “otra vida”, de su trabajo  llevando la dirección del área de adultos del Centro de Educación de Latores, de su colaboración en un curso de la Escuela Padre Ossó (Experto en psicomotricidad) o de un libro llamado Estimulación temprana y psicomotricidad en el que participó.

Y así, hablando, se nos pasó volando el tiempo, una agradable charla en la que me contó sus sensaciones, sus recuerdos, sus impresiones... Guarda grandes recuerdos del baloncesto y está agradecida  a este deporte que tanto le ha dado: amor, familia, amistad…Disfrutó jugando y sigue disfrutando como entrenadora y como madre de jugadoras

Gracias Neus, ha sido un auténtico placer.


 
Porque ¡¡¡Ellas también juegan!!!

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#ILoveThisGame
 

 

 

 

 

 

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