Ellas también juegan,
con
DelyAdela.
y
Neus Verdú Carbo.
y
Neus Verdú Carbo.
Desde el momento en que decidí colaborar en este blog, tuve claro que tenía que hablar con Neus. Ella fue jugadora de baloncesto, es madre de jugadoras, entrenadora… ¿Quién mejor que ella para hablar de baloncesto en femenino, para mostrarnos todos los puntos de vista posibles? Ella es parte del baloncesto femenino.
No la conocía personalmente, pero me parecía
realmente interesante conseguir un rato de charla con ella, sabía que merecía
la pena intentarlo, así que me puse manos a la obra.
La verdad es que, en esta ocasión, jugaba “con
ventaja”. Una compañera de departamento (un día de estos os hablaré de la
relación de mi departamento con el baloncesto, que algo hay) es amiga suya y me
hizo el favor de entregarle una nota de mi parte. Tengo que decir que, aunque
estaba segura de que me contestaría, no me hizo esperar mucho y, por suerte, también pareció gustarle la idea.
¡Miles y millones de gracias, Neus!
Bueno, pues coincidiendo con uno de los pocos ratos
libres que tiene y que suele dedicar a leer, correr, hacer yoga,…, nos vimos.
Allí estaba yo con la información que
había ido recopilando por ahí (no se puede decir que haya investigado
previamente, más bien me dediqué a
cotillear un poco sobre su vida), con una retahíla de preguntas preparadas para
hacerle y, sinceramente, con un poco de vergüenza (según iba hacia allí me iba
diciendo a mí misma “¡en qué líos te
metes!”).
Fue un rato de lo más agradable. Y aunque hice las preguntas que tenía pensado hacerle, ese rato fue más una charla entre dos personas que comparten algunas aficiones, que una entrevista como tal. Eso sí, creo que Neus se merece que un periodista DE VERDAD, que alguien que sepa lo que se hace, le haga una entrevista auténtica, una como tiene que ser (yo lo dejo caer, por si acaso hay algún candidato por ahí…).
Así que nos sentamos y estuvimos hablando de su
niñez y de cómo dio con esto del baloncesto. En contra de lo que yo pensaba, no
eran muy deportistas en su casa, no solían dedicar tiempo al deporte. Pero ella
sintió la necesidad de moverse, de hacer algo además de ser una buena estudiante.
Cuando necesitó moverse probó de todo, o casi de todo, casi siempre empujada
por alguna prima, amiga o alguien conocido que practicaba el deporte en
cuestión. Probó en cosas como el atletismo o la gimnasia deportiva, que le
llegó a gustar bastante pero que, tras presenciar una caída, decidió dejarlo. Probó
también con la gimnasia rítmica, aunque, según ella, no tenía la suficiente gracia para dedicarse a ello, ya que le
faltaba ritmo; en judo llegó a ser la única niña del club hasta que decidió
dejarlo…
Y, de pronto, se encontró con el baloncesto, con el
que tuvo un auténtico flechazo. Tuvo la suerte de encontrarse con uno de esos
entrenadores que son auténticos maestros y que consiguió engancharla
totalmente. Jugó varias temporadas
mientras estudiaba, incluido el primer ciclo de Psicología, ya que podía
hacerlo a distancia, aunque llegado el momento de tener que trasladarse desde
Girona a Barcelona para continuar con sus estudios universitarios, decidió
dejar de jugar. Ese verano, estando ya de vacaciones y habiendo tomado ya la
firme decisión de dedicarse por entero a sus estudios, recibió una llamada de
la Universidad de Oviedo. ¡Casi se lo tomaron como una broma! De hecho, me
pareció entender que a su madre así se lo pareció.
El caso es que al volver de esas vacaciones, se puso
en contacto con el entrenador del equipo
de la Universidad. Y, como su prioridad eran los estudios y esta oferta le
permitía jugar y estudiar (incluía una beca), se decidió por ella. Aquí, en
Oviedo, acabó la carera y jugó en el equipo universitario durante varios años, cinco
si no me equivoco, algunos de los cuales fueron en la primera categoría de la
liga por aquel entonces.
Al terminar la carrera, continuó jugando en Pola de
Lena, pero también formó parte de otros equipos, como el Vetusta de Oviedo. Su primera hija nació en 2001, pero es no hizo
que dejara de jugar. Incluso, cuando se
fue a Méjico detrás de su marido, que se tuvo que trasladar por motivos
profesionales, también jugó. De esa época tiene buenos recuerdos: allí nació su
segunda hija (la tercera nacería a su vuelta a España unos años después). Y al
volver a Oviedo aún jugó un tiempo más en equipos como el Art-chivo o el OCB. Y así
estuvo hasta que, simplemente, le apeteció probar otras cosas. Dice Neus que está
muy conforme con lo que consiguió como jugadora; afirma que no le importa no
haber sido jugadora de la Selección Española
(aunque tras haber jugado el Campeonato de España con el GEIG, su club de Girona, sí la preseleccionaron junto a dos de sus
compañeras).
La vida deportiva de Neus también gira en torno a su
maternidad. De sus tres hijas, dos de ellas juegana baloncesto por propia
afición, por gusto, mientras que la mayor lo hace porque en casa le dicen que es
conveniente practicar un deporte y es casi lo que tiene más a mano. Ella va a
verlas a sus partidos, incluso es la entrenadora de la pequeña. Yo, madre un
poco “exaltada”, le pregunté si sufría más como madre que como jugadora, pero
ella parece muy tranquila y dice no sufrir, que tiene un sentimiento diferente.
Los partidos no los suele comentar con sus hijas a no ser que ellas le
pregunten. En casa se habla de baloncesto, es casi inevitable siendo jugadoras,
entrenadora y entrenador-coordinador el padre, pero no sienten la necesidad de
estar veinticuatro horas al día respirando baloncesto. No tiene especial
interés en que sus hijas destaquen, ni que sean jugadoras profesionales. De
hecho, reconoce que no le gustaría demasiado que le dijese alguna de ellas que
lo deja todo (cuando digo todo, me refiero principalmente al tema de estudios)
por jugar, aunque afirma que no lo ve muy probable.
Y, por supuesto, también hablamos de Neus, la
entrenadora, vocación que le nació en Girona durante su juventud. Me contó que
su padre consideraba adecuado que, tanto ella como sus hermanos, trabajasen una
vez llegados a una edad. Él trabajaba en Seguros y a ella no le apetecía
demasiado ese mundo, así que hizo el curso de entrenadora para poder ir a
campamentos de verano que duraban dos semanas y le permitían “escaparse” del
trabajo que le proponía su padre. Dice que
prefiere los equipos base, mejor que los mayores, ya que es a estas edades cuándo
se establecen los cimientos y se aprende la técnica, cuando se puede trabajar
fomentando el respeto por árbitros, rivales y compañeros. Entrena a equipos
femeninos por inercia, porque cuando participaba en esos campus veraniegos
solía estar con las niñas y además tiene hijas. Y, además, quiere fomentar el
baloncesto femenino.
Durante ese rato que compartimos, no sólo hablamos
de baloncesto, también tuvimos tiempo de hablar de su “otra vida”, de su
trabajo llevando la dirección del área
de adultos del Centro de Educación de Latores, de su colaboración en un curso
de la Escuela Padre Ossó (Experto en
psicomotricidad) o de un libro llamado Estimulación
temprana y psicomotricidad en el que participó.
Y así, hablando, se nos pasó volando el tiempo, una
agradable charla en la que me contó sus sensaciones, sus recuerdos, sus
impresiones... Guarda grandes recuerdos del baloncesto y está agradecida a este deporte que tanto le ha dado: amor,
familia, amistad…Disfrutó jugando y sigue disfrutando como entrenadora y como
madre de jugadoras
Gracias Neus, ha sido un auténtico placer.
Porque ¡¡¡Ellas también juegan!!!
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